Tirando cara el Algarve, se puede hacer una parada en el café Calcinha, en la ciudad de Loulé. Su nacimiento data de 1927 y su estilo propio de la Belle Époque recrea el mismo de un local de Brasil con el que comparte nombre. El principal impulsor de la popularidad del negocio fue el poeta António Aleixo que, como Pessoa en Lisboa, tiene una escultura en la terraza de su cafetería preferida.
En Coimbra la fama se la lleva el café Santa Cruz, que comenzó su actividad en 1923, aunque el edificio en el que se encuentra es del siglo XVI. Ya antes de servir bicas y pingados asimismo fue una iglesia, una funeraria, una estación de bomberos y una ferretería. A lo largo del transcurso de los años la construcción ha experimentado reformas lógicas para su conservación mas no ha perdido ni un ápice de su espíritu renacentista.
Rui Nabeiro es el máximo representante del café portugués. Creó la compañía cafetera Delta, la más importante del país, a inicios de los años sesenta y con el tiempo se terminó transformando en una de las personas más ricas de Portugal. La imagen de hombre hecho a sí mismo a base de trabajo duro se semeja bastante a la de Amancio Ortega en España.
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En dos mil catorce puso en marcha el Centro de Ciencia del café, un museo ubicado en el ayuntamiento de Campo Maior (que hace frontera con Extremadura). En él, los interesados pueden en conocer cuál es el proceso de elaboración del café luso y la historia del producto en el país, entre otras muchas actividades.